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Margarita Moreno, la primera colombiana en lograr las Siete Cumbres, relata su hazaña: 'Hoy escalo mi recuperación'

La alpinista coronó el Everest y el Lhotse en 28 horas a pesar de los riesgos de salud que el reto representaba.

MARGARITA MONERO

Margarita Moreno ondeó la bandera colombiana en el monte Everest y Lhotse. Foto: Cortesía de la alpinista.

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A las 5:26 de la madrugada del 24 de mayo de 2025, cuando Margarita Moreno pisó la cima del Everest, el sol apenas despuntaba en el horizonte del Himalaya. La luz comenzaba a bañar las cumbres vecinas, y el corazón de Margarita también se encendía.
Había llegado al punto más alto del planeta. No era solo el final de una expedición larga y exigente; era la culminación de un sueño sembrado años atrás, cuando aún era una niña que subía montañas con su papá en el Tolima y buceaba en las aguas del Tayrona.
Ese amanecer no fue solo suyo. Fue también de su país. Porque con ese paso final, Margarita se convirtió en la primera mujer colombiana en escalar las Siete Cumbres, las más altas de cada continente.
Y por si fuera poco, apenas 28 horas después también coronó el Monte Lhotse, la cuarta montaña más alta del mundo. Así completó el ascenso a dos cumbres de más de 8.000 metros en menos de un día y medio, una hazaña que muy pocos atletas en el planeta han logrado.
cumbre mera

Margarita en la cumbre Mera ubicada en Nepal. Foto:Cortesía de la alpinista.

Su infancia

A los cinco años, Margarita ya caminaba con naturalidad por senderos escarpados del Tolima. Su infancia, gracias a sus padres, fue una mezcla de actividad física, naturaleza y libertad. Desde su infancia entrenaba varios días a la semana en el colegio, una rutina que, sin saberlo, sería la base de su resistencia futura.
Además, en su camino, el frío de la Sabana de Bogotá también fue un maestro precoz. Entrenar en un clima gélido y a 2.600 metros de altura la dotó de una capacidad aeróbica sólida, aguante físico y tolerancia al malestar. 
"Hoy agradezco cada entrenamiento en esa neblina, porque gracias a eso hoy puedo rendir en alturas extremas", comentó en el cuestionario que respondió para EL TIEMPO.
El juego con la naturaleza se transformó en iración profunda. A los diez años ya buceaba en el Parque Nacional Natural Tayrona y en la isla de Malpelo.
Sus referentes no estaban en el pop ni en la televisión, sino en libros de aventuras y biografías de alpinistas como Reinhold Messner o Edurne Pasaban. Desde niña aprendió a ver en las montañas un territorio sagrado.
Por eso, antes de cada intento de cumbre, realiza una ceremonia local de respeto y agradecimiento. No importa si está en África o en Asia: siempre pide permiso.
MARGARITA MONERO 2

Margarita y su equipo en el ascenso al Monte Everest. Foto:Cortesía de la alpinista.

El despertar de una vocación

Fue en un viaje al Himalaya donde Margarita encontró más que picos nevados: encontró respuestas. Tras una etapa difícil en su vida personal, se refugió en el senderismo de altura para reorganizar sus pensamientos.
Atravesó tres pasos de montaña en 18 días —Renjo La (5.388 metros), Cho La (5.420 metros) y Kongma La (5.535 metros), todos en la región del Everest—, enfrentando el aislamiento, la altitud y el silencio. En ese recorrido, comprendió que las montañas no solo le daban paz: también le devolvían fuerza.
Decidió entonces tomarse el montañismo en serio. No de forma superficial, sino con verdadera rigurosidad. Hizo cursos técnicos, se preparó con guías certificados y comenzó a forjar un estilo de expedición responsable y autónomo.
En muchas de sus travesías, ha cargado ella misma su equipo, sin ayuda de porteadores ni sherpas (grupo étnico nepalí que colabora tradicionalmente con los montañistas), como ocurrió en el Monte Denali, donde llevaba más peso del que marcaba su propia balanza corporal.
El 'running', que empezó como complemento para mejorar el rendimiento cardiovascular, se convirtió en otra pasión. En pocos años, pasó de trotar para entrenar a correr maratones completas. 
Ya ha participado en pruebas en Berlín, Lisboa, Copenhague, Praga, Tokio, entre otras. Hoy forma parte de su preparación física y mental, pero también de su conexión con su cuerpo. “Correr me enseñó a escucharme, a tener disciplina”, dice. 

Una mujer, un país, una cima

Coronar el Everest fue un objetivo logrado con años de preparación. No solo física, sino emocional y logística. Antes de lanzarse, conocía a la perfección los riesgos: avalanchas, lesiones por frío, caída de rocas, la zona de la muerte y el colapso físico. 
Por eso, cada decisión estaba cargada de análisis, incluso cuando una tos preocupante apareció en la etapa final, que la llevó a ser internada en un hospital a su regreso de la montaña.
Ese logro individual tuvo una dimensión nacional, solo 12 colombianos han escalado el Everest en toda la historia. De ellos, solo tres lo han hecho vía Nepal, la misma ruta que eligió Margarita. 
MARGARITA MONERO

Margarito y su equipo tras lograr la hazaña del monte Everest. Foto:Cortesía de la alpinista.

Y hasta ahora, ninguna mujer había logrado completar las Siete Cumbres. Margarita es la primera. Al terminar, no solo selló una meta personal, sino que inscribió su nombre en la historia del montañismo del país.
Lo más impresionante fue que, apenas horas después de alcanzar el punto más alto del planeta, volvió a ascender. Esta vez al Monte Lhotse (8516 metros). 
En menos de 28 horas, completó una doble cumbre en la zona más extrema de la Tierra. “Aprendí a gestionar mi energía, descubrí el valor real de un respiro”, contó en su testimonio.
Con esa hazaña. también se convirtió en la primera colombiana en lograr el Everest y el Lhotse de forma consecutiva.

El alma también se entrena

Detrás de cada cumbre hay un entrenamiento que no se mide solo en kilómetros o altitud. Margarita dedica varias horas al día al entrenamiento físico. 
Pero también se ejercita emocional y mentalmente: medita, estudia, respira, se informa sobre clima, geografía y seguridad en montaña.
Su entrenador es un programa digital conectado a su reloj. Cada día adapta los entrenamientos al objetivo. Ella misma planea, ejecuta y evalúa sus rutinas. 
En expediciones polares puede entrenar hasta ocho horas cargando 50 kilos. En montaña, hace tres horas diarias con 30 kilos en la espalda. Y antes de correr, su ritual es sencillo: café y banano. Antes de una expedición polar: ducha con agua helada.
Pero lo más importante, dice, es la claridad mental. Saber por qué se hace lo que se hace. “El montañismo no es una moda ni una foto para redes sociales. Es un deporte serio, extremo. Hay que tener una razón poderosa que te saque adelante cuando sientas que no puedes más”, afirma. 
Su fuerza nace de un “para qué” profundo: vivir con propósito y honrar la vida.
MARGARITA MONERO

En las manos de Margarita la foto de su familia como símbolo de agradecimiento y orgullo, Foto:Cortesía de la alpinista.

La bandera de Colombia la acompaña siempre, doblada, protegida, lista para ondear en cada cima. Es símbolo de orgullo, pero también de responsabilidad. “Ser colombiana es un gran honor. Me llena de emoción poder mostrar al mundo lo hermoso que es mi país, y llevarlo en el corazón a cada rincón del planeta”, dice.
Cuando completó el reto de las Siete Cumbres, a sus redes sociales le llegaron más de tres mil mensajes. Padres que le escribían que sus hijas querían ser como ella, jóvenes que querían empezar a entrenar, personas mayores que se emocionaron hasta las lágrimas al ver la bandera ondear sobre el Everest. Margarita no se lo esperaba. “Nunca imaginé que mi pasión pudiera alegrar o motivar a otros”, confiesa.
Ese reconocimiento le hizo comprender algo más: que tal vez su misión no es solo escalar, sino también inspirar. Que su historia puede ser el impulso que alguien necesita para creer en lo imposible. Que la montaña más alta no siempre está afuera.
Margarita ha sido testigo de la duda que enfrentan muchas niñas cuando sueñan en grande. Afortunadamente, a ella nunca le dijeron que escalar no era “para mujeres”. 
Pero sabe que muchas sí reciben ese mensaje. Por eso, su voz es firme: “No hagas caso. El imposible siempre tiene su posible. Atrévete a soñar en grande. Vas a querer rendirte muchas veces, pero si tu sueño nace del corazón, vas a hacer posible cada imposible”.
Quiere ser recordada como una mujer colombiana que desafió sus propios límites. Que llevó la bandera del país a los lugares más remotos y gélidos del mundo, pero que también conquistó montañas internas.
pico de orizaba

Margarita en el pico de Orizaba, volcán inactivo en México. Foto:cortesía Margarita Moreno.

“Hoy escalo mi recuperación post-ochomil. Nadie me contó lo dura que es. Pero la estoy subiendo, paso a paso”, cuenta. Luego de su descenso ha tenido complicaciones de salud que hoy la obligan a tener cuidados especiales. 
Debido al esfuerzo físico y la privación de oxigeno tuvo afectaciones en su memoria y concentración
La alpinista cree que si su historia inspira a alguien a empezar su propio camino, el suyo ya habrá valido la pena. Para ella, cada cima es una transformación. “En cada cumbre dejo una versión vieja de mí. Y regreso con una nueva. Llena de aprendizajes. Llena de gratitud”.

Un sueño más grande que una cumbre

VÉRTEX es el nombre del proyecto que Margarita ha concebido para ir más allá de las siete cumbres. No se trata de una lista de récords, sino de una exploración profunda y deliberada. 
El objetivo es conquistar también los siete volcanes más altos de cada continente, las siete maratones más importantes del mundo (Abbott World Marathon Majors), y los puntos más altos de cada país de Europa y América.
El proyecto incluye además cruces polares en lugares remotos como Svalbard, el Polo Norte y el Polo Sur. Margarita ya ha realizado su primer cruce polar de costa a costa, sin asistencia, arrastrando un trineo de más de 40 kilos.
himalayas vista al everest

Vista de los Himalayas desde el Everest. Foto:cortesía Margarita Moreno.

“Fue una experiencia muy dura que puso a prueba cada célula de mi cuerpo”, relata. La dimensión mental de estas hazañas es, para ella, tan crucial como la física.
El proyecto VÉRTEX es también un legado. Margarita lo concibe como una forma de demostrar que el cuerpo humano, entrenado con constancia y guiado por una motivación auténtica, puede llegar donde pocos se atreven. Más allá del récord, es una filosofía de vida que busca equilibrio, respeto por el planeta y superación personal.
Por último, dice que, cada montaña le ha dejado algo. Después de cada cumbre baja con una nueva. Pero si tuviera que nombrar la más transformadora, no duda: “Everest y Lhotse. Lo cambiaron todo”.
Hoy, mientras se recupera, ya piensa sus nuevas hazañas. Los volcanes, las maratones, explorar nuevas rutas. Pero también quiere seguir inspirando, seguir siendo testimonio de que los sueños grandes sí se pueden escalar. Paso a paso, con paciencia, con humildad.
ÁNGELA MARÍA PÁEZ RODRÍGUEZ - ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO.

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