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Entrevista

‘Cuando veo a un antivacuna, lo que pienso es en cómo educarlo’: Premio Nobel de Medicina

Katalin Karikó habla sobre el que a su juicio es el principal problema de la ciencia: la falta de comunicación.

Katalin Karikó

Katalin Karikó recibió el Premio Nobel de Medicina en 2023. Foto: Nanaka Adachi. Difusión del Premio Nobel

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Katalin Karikó no guarda el mínimo rencor hacia quienes le pusieron trabas en su carrera científica, que no le dieron financiamiento y hasta la obligaron a mudarse de país. Ella siguió adelante, convencida de que tenía algo importante en sus probetas.
Y tenía razón: aun antes del Nobel de Medicina de 2023, recibió decenas de los grandes premios científicos. ¿Qué hizo esta húngara, hoy de 70 años? Karikó fue quien desarrolló la técnica de ARN mensajero que permitió una nueva plataforma de vacunas, cuyo éxito ayudó a paliar la pandemia del covid-19 desde fines de 2021. Es la vacuna que se produjo en Alemania, en la empresa BioNTech, que luego se asoció con Pfizer para distribuirlas en todo el mundo. Y que además es una plataforma que se está probando en muchas otras enfermedades, incluyendo ciertos tipos de cáncer.
El hecho de que cientos de millones de personas tengan en sus cuerpos algo que empezó a nacer en su laboratorio, no la envanece para nada, ni cree haber salvado a millones de personas, como sí lo hizo. “Los verdaderos héroes de la pandemia fueron los trabajadores de la salud”, dice, y no parece ser una pose. Aunque sí la pone triste el movimiento antivacuna que vive EE. UU. “Por mi filosofía, cuando veo a un antivacuna, lo que pienso es en cómo educarlo, cómo conseguir que entienda los beneficios de la vacunación”, agregó en un diálogo vía Zoom con La Nación de Argentina.
A la hora de hacer un balance tras la pandemia, ¿qué se aprendió en estos cinco años y qué falta por aprender?
Hemos aprendido un montón, aunque en Estados Unidos parece que todavía no se han dado cuenta. No se ha educado a la gente de manera adecuada sobre la ciencia y lo que hacemos los científicos. Tenemos que traducir a un lenguaje simple y que todos entiendan; de otro modo, se enojarán con nosotros. O dirán: “te damos el dinero (en tanto pagamos impuestos) y a cambio nos das un medicamento que no podemos pagar”.
Cuando les pido a estudiantes que mencionen estrellas de ‘hockey’ –me pasó en Canadá–, todos levantaron las manos, pero no pudieron mencionar a un solo científico local
Katalin KarikóPremio Nobel de Medicina
¿Se trata entonces de un problema de comunicación?
Sí. Es lo que pasa en los Estados Unidos. Creen que los científicos somos una élite, los que tenemos el conocimiento y que no nos importa el resto. Cuando les pido a estudiantes que mencionen estrellas de hockey, me pasó en Canadá, todos levantaron las manos, pero no pudieron mencionar un científico local. Les dije a los periodistas que debían hablar más de nosotros, pero me respondieron que son temas que no interesan a las audiencias.
¿Cómo ha visto la evolución de su técnica de ARNm (mensajero) después del éxito de la vacuna? ¿Esperaba semejante crecimiento y que se busque aplicarla para las más diversas enfermedades?
A veces me escribe gente que me pregunta si hay trabajos con esta técnica para tal o cual enfermedad, entonces me pongo a buscar y la mayoría está en China. Si llegan a seguir con esta guerra sucia en Estados Unidos, y se detiene la investigación, deben de saber que en la otra esquina del mundo siguen trabajando. Es tan inmenso el avance de la ciencia y la tecnología allá que están haciendo editado in vivo con Cas9 (la técnica Crispr), cosa que aún no se hace en el mundo occidental. Así que también están avanzando con el ARNm. Hay muchas vacunas en desarrollo contra virus, bacterias (como contra la tuberculosis) y la enfermedad de Lyme. También para la malaria, que la origina un parásito, para la cual hay un ensayo clínico en curso con ARNm. En oncología se busca para distintos tipos de cáncer para que los anticuerpos reconozcan antígenos en la superficie del cáncer con ARNm; para codificar citoquinas que estimulen el sistema inmunológico dentro del tumor para inyectarlo. También para enfermedades genéticas, como la fibrosis quística. Y una empresa norteamericana lo está usando para miastenia gravis en fase III y para lupus en fase I. Ahora hay una locura temporaria en Estados Unidos y quizás los científicos de ese país se muden a China para investigar.
¿Ya está pasando?
No todavía, pero así son las cosas, la gente va hacia los lugares donde realmente sucede lo interesante. Uno tiene una sola vida, no se puede quedar esperando. Si puedes irte para aprender, lo haces y después vuelves a tu país.
Las vacunas utilizarán tecnología de ARNm, la misma que emplean algunas vacunas contra el  covid.

Las vacunas utilizaron tecnología de ARNm. Foto:Getty Images

Sé que es una pregunta que ya ha respondido, pero ¿es consciente de la cantidad de vidas que ha salvado del covid-19?
Es que no fui yo sola. Fuimos muchos. Siempre enfatizo que los verdaderos héroes de la pandemia fueron los médicos y enfermeros, el personal de salud que atendió a los enfermos, incluso la gente de limpieza de los hospitales. Ellos arriesgaron su vida de verdad. Yo no… Esas personas son héroes, junto con los voluntarios que pusieron el brazo para que se probara la vacuna.
Pero también es cierto que sin la vacuna que usted desarrolló nada hubiera sido posible.
Yo no me lo tomo así, no tomo el crédito de todo eso, de ningún modo. Nunca busqué reconocimiento o que la gente hablara de mí. Creamos un producto, sin publicaciones, sin nombres, en busca de hacer algo útil.
Y hablando de vacunas, ¿cómo ve el movimiento antivacunas? ¿Cree que hay alguna razón detrás?
Es muy triste. Ya murieron de sarampión al menos dos niñas en Texas, Estados Unidos. Ahora parece que Kennedy (el secretario de Salud) dijo que sí hay que vacunar en medio del brote. Antes había recomendado terapias alternativas como el aceite de hígado de bacalao. Pero el sarampión mata, e incluso es posible que los afectados tengan secuelas, aunque no sean mortales, porque el virus puede causar daños cerebrales y otro tipo de perjuicios. Mi filosofía es estoica, me enfoco en lo que puedo hacer. Entonces, cuando veo a un antivacuna, lo que pienso es en cómo educarlo, cómo conseguir que entienda los beneficios de la vacunación. La gente se educa con YouTube o Facebook sobre inmunología y dice cosas estúpidas. Las vacunas tradicionales contra el sarampión y la rubéola contienen ARN de alguna forma. Y ahora parece que es un problema que haya vacunas con ARN.
Antivacunas

Protesta en California en contra de un proyecto para eliminar las excepciones para la vacunación  Foto:Efe

Como estoica, ¿tiene confianza en la humanidad, en su futuro?
Soy optimista y una persona alegre. Encuentro qué puedo hacer. Diez años antes de recibir el Nobel, la Universidad de Pensilvania terminó mi contrato y me expulsó después de 24 años de trabajo. No me quejé, no me quedé pensando ‘por qué a mí, que trabajaba sábados, domingos y festivos’. No, me traté de enfocar en lo que vendría. Nada de arrepentimiento ni de venganza. Se terminó y listo. Igual que ahora, con 70 años, podría quedarme sentada, pero no, pienso qué más puedo hacer.
La sensación de que no la trataron bien a lo largo de su carrera no la afecta entonces.
Yo no le echo la culpa a nadie. Quien me echó estaba operando un cerebro cuando me dijo ‘bueno, si no tienes cómo financiarte vas a tener que irte’. Así de simple. Hoy lo veo y hablo con él. De hecho, la última vez que lo vi me dijo que iba a dar una charla sobre mí bajo el título ‘Cómo la perdimos’. Me reí. No tengo sentimientos negativos por él.
¿Los diez años de trabajo en Alemania fueron mejores?
Empecé a trabajar con ARNm en 1989, con mejoras todo el tiempo y más cantidad de proteínas generadas, con las que pudimos inyectar a animales (de laboratorio). Y nos dimos cuenta de que podía ser un tipo de medicina. Cuando fui a BioNTech, que es una compañía inmunooncológica que usa el ARN, pensé que podíamos desarrollar ciertos programas. Cuando llegué en 2013 ya tenían un ensayo clínico para una vacuna como tratamiento contra un cáncer. Por eso fui, porque ya tenían un ensayo y podían producir ARN de calidad como para un ensayo clínico. Quería usar ARN modificado para terapia. Le dije a Ugur (Ugur Sahin, fundador de BioNTech) que iba si podía usar eso que ya tenían.
¿Y por qué estaba tan convencida de que la técnica podía funcionar?
Porque podía ver el efecto. El ARN, que se produce a partir del ADN, se obtiene después de aislarlo de una bacteria. Al principio, al extraerlo viene con muchas enzimas que degradan al ARN. Y eso contamina todo el laboratorio. Por esta razón, cuando dije que iba a trabajar con ARN todos sintieron pena por mí porque se iba a contaminar todo. Pero logré hacer la extracción con una técnica que no contaminaba. Pude ver el progreso y conseguí que el ARN hiciera que la célula supiera cómo conseguir las proteínas funcionales, incluso cuando estaba ‘decorada’ con cosas como azúcares. Como las células son muy inteligentes, captaron el mensaje y así las proteínas resultaron funcionales.
Vacunas Pfizer.

Vacunas Pfizer-BioNTech. Foto:Christof STACHE. AFP

Con el avance del conocimiento y de las modificaciones a nivel celular, hay científicos que se atreven a hablar de que los humanos pueden vivir cientos de años, e incluso se tientan a hablar de inmortalidad. ¿Qué le parece?
¿Cientos de años? No. Además, quién quiere vivir para siempre. Está bien tener 70 u 80 años y sentirse joven, pero no mucho más porque la punta de los cromosomas se vuelve más corta a medida que pasa el tiempo. El reloj es insobornable.
¿Cuánto le cambió la vida después del Premio Nobel?
Debo decir que justo antes del Nobel, entre 2021 y 2023, me llovieron los premios, fueron más de cien. Estaba tan sobrepasada. Obviamente, el Nobel es el más famoso y a partir de ahí la gente me reconoce en la calle en Hungría. Pero no soy esa clase de persona, no se me sube a la cabeza, soy demasiado vieja ya. No siento que merezco algo especial por lo que hice. Así que no cambió demasiado… Fíjate que en una semana me dieron doctorados honorarios en la Universidad Rutgers, después en Harvard, y cuatro días después en Princeton, fue increíble recibir tantos honores.
Quizás de los mismos que le negaron financiación.
Todos me recuerdan allá. Pero no discuto con ellos. Por esta filosofía estoica mía, no hay que preocuparse, hay que mantener la homeostasis del cuerpo, seguir adelante, no hablar del pasado. No me importa. Vuelvo ahí y estoy feliz y agradecida.
MARTÍN DE AMBROSIO
Para La Nación (Argentina) - GDA
(*) Este artículo es una versión editada del original.

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