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Noticia
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Armas, extorsión, droga y tierras: así cayeron 'Los Ingenieros', autores de la masacre de una familia en Usme
Esta estructura criminal instrumentalizaba menores y sembró terror en el Sur durante más de tres años.
Durante los allanamientos, las autoridades incautaron armas, estupefacientes, dinero en efectivo y celulares clave para la investigación. Foto: Policía Metropolitana de Bogotá
La caída de una de las bandas más violentas de la localidad de Usme no se dio por un golpe de suerte. Tampoco fue producto de una confesión aislada. Fue, en cambio, el resultado de una investigación meticulosa, que nació del horror: una masacre que conmocionó a Bogotá.
Les gustaba subirse a los altos de una montaña de la zona, sacar sus armas y disparar al aire en medio de groserías y risas. Sabían que así sembraban el terror en la población.
Pero la masacre de 2024 en el sector de Compostela de la localidad de Usme fue la gota que rebosó la copa. Allí, cinco integrantes de una misma familia fueron asesinados. La escena estremeció incluso a los investigadores más curtidos. Las víctimas no tenían vínculos aparentes con actividades ilegales. La comunidad habló de amenazas previas, de desplazamientos forzados, de silencios impuestos a punta de amenazas de muerte.
Controlaban el microtráfico en entornos escolares, extorsionaban a comerciantes, vendían ilegalmente terrenos en invasión y obligaban a familias enteras a abandonar sus viviendas.
Fue esa denuncia inicial la que encendió las alarmas. La Fiscalía y la Policía Nacional activaron un proceso judicial que pronto revelaría mucho más que un simple caso de homicidio múltiple.
Se trataba de una estructura organizada, con jerarquías, logística y objetivos claros. Un grupo delincuencial que se hacía llamar ‘Los Ingenieros’. Un nombre que parecía cínico, pero que describía con precisión su forma de operar: fríos, metódicos, calculadores.
Durante más de tres años, ‘Los Ingenieros’ se habían apoderado de varias zonas de Usme. Controlaban el microtráfico en entornos escolares, extorsionaban a comerciantes, vendían ilegalmente terrenos en invasión y obligaban a familias enteras a abandonar sus viviendas. Pero, lo más perturbador de todo era su método de reclutamiento: instrumentalizaban menores de edad.
Momento de la captura de integrante de Los Ingenieros. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
Menores como carne de cañón
En los colegios y parques del sur de Bogotá, los integrantes de la banda ofrecían hasta 500 mil pesos mensuales a adolescentes. El trato era claro: colaborar con sus actividades ilícitas, principalmente venta de droga y funciones de vigilancia, a cambio de dinero fácil y sin hacer demasiadas preguntas.
Así, camuflaban su accionar criminal. Con menores actuando como correos humanos o campaneros, reducían el riesgo de ser detectados por las autoridades. Lo que parecía una pandilla juvenil desorganizada, era en realidad una organización con cuentas, jerarquías y objetivos financieros claros. Se estima que sus operaciones ilegales generaban cerca de mil millones de pesos al año.
La masacre
Tras la masacre de la familia en Compostela, la Policía comenzó a armar un caso sólido. No era fácil. El miedo había sellado muchas bocas. Sin embargo, 11 víctimas decidieron declarar bajo juramento. Sus testimonios fueron el primer paso.
Le siguieron interceptaciones telefónicas que revelaron los movimientos de los cabecillas. En paralelo, se realizaron reconocimientos fotográficos y retratos hablados. También se revisaron cámaras de seguridad en los sectores más golpeados por la banda. Cada detalle contaba. Cada cruce de información ayudaba a dibujar el mapa completo de su accionar delictivo.
Cuando los investigadores se sintieron listos, se lanzó la Operación ‘Los Ingenieros’. Diez diligencias de registro y allanamiento se llevaron a cabo de manera simultánea. El resultado: cinco capturas efectivas.
Los de la banda eran intimidantes. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
Durante los operativos se encontraron dos armas de fuego, seis teléfonos celulares —algunos de ellos clave para la investigación—, cuatro mil dosis de marihuana, 131 dosis de cocaína y dinero en efectivo.
Los detenidos no eran delincuentes primerizos. Tenían antecedentes por homicidio, hurto calificado, porte ilegal de armas, extorsión, carnal violento, desplazamiento forzado y receptación.
La lista de cargos que se les imputó formalmente es igual de extensa: concierto para delinquir agravado, homicidio agravado, tentativa de homicidio, desplazamiento forzado, hurto calificado y agravado, extorsión, porte ilegal de armas de fuego y uso de menores de edad para la comisión de delitos.
El desmantelamiento de esta estructura representa una victoria importante para la seguridad de Bogotá, pero también evidencia una problemática de alcance nacional: la utilización sistemática de menores por parte del crimen organizado.
En lo corrido de 2025, la Dirección de Protección y Servicios Especiales ha capturado a 36 personas por este delito. A su vez, el programa Abre tus Ojos ha alcanzado a más de 1.600.000 personas en condición de vulnerabilidad, con campañas de prevención y protección.
Armas incautadas. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá
La Policía Metropolitana de Bogotá reiteró que seguirá fortaleciendo estrategias integrales para proteger a la niñez y adolescencia, al tiempo que invitó a la ciudadanía a denunciar cualquier caso de instrumentalización de menores a través de las líneas 123 y 141 del ICBF.
Momento de la captura. Foto:Policía Metropolitana de Bogotá