"Poco a poco, pero con mayor fuerza en los últimos años, la sociedad colombiana ha sido convertida en una siembra continua de odio y violencia. Lo que por muchos años fue el discurso de grupos violentos y sanguinarios, se ha convertido en lenguaje oficial, en diccionario de agrupaciones políticas, en tema central de conversación de los ciudadanos. Y comienzan a verse sus nefastos frutos, uno de ellos, el atentado contra la vida del senador Miguel Uribe", es el inicio de la editorial de esta semana de 'El Catolicismo', el órgano informativo de la Arquidiócesis de Bogotá, dirigido por Monseñor Rafael De Brigard.
En ella hacen referencia al agitado ambiente nacional tras el atentado contra el senador y precandidato presidencial el fin de semana, así como una crítica a la respuesta desde el Gobierno Nacional, sobre el que plantean, ha contribuido a aumentar la tensión.
"No suenan muy coherentes ahora los lamentos de algunos proclamándose amantes de la vida, cuando llevan largo tiempo provocando a la sociedad y a las personas con toda clase de diatribas que no tienen objetivo diferente a llevar a cometer crímenes de odio. Ahora el país experimenta una gran tensión social que tiende a crecer. El plan del odio incluye llenar las calles de violencias y amenazas. Interrumpir la vida de los ciudadanos de bien, generar más odio y rabia", manifiestan desde la Arquidiócesis de Bogotá.
Y les preocupa desde la Iglesia católica qué otras consecuencias pueda tener dicha tensión social: "Solo Dios sabe en qué pueda terminar esta cadena de actos infames que, sin duda, quieren generar caos en aras de un objetivo posterior. La sociedad colombiana está acercándose a sus límites de tolerancia, que si se rompen pueden desembocar hasta en una guerra civil".
Miguel Uribe Foto:Miguel Uribe
Alertan además lo que ellos consideran como una desprotección a los ciudadanos por parte del Estado: "Está claro que solo el Estado y sus legítimos gobernantes pueden dar garantía a la vida, los derechos y los bienes de los ciudadanos. Pero no es lo que actualmente se ve en Colombia. La ciudadanía ve, eso sí, con excesiva pasividad, cómo ni el Estado ni sus dignatarios la están protegiendo y más bien sí la están exponiendo y ve con terror cómo innumerables delincuentes gozan hoy de prebendas antes nunca imaginadas", dice el editorial.
Y añaden: "También están viendo los ciudadanos una policía y unas fuerzas militares como diluidas y que ya no transmiten la sensación justa y esperada de ser garantes de las condiciones mínimas para el desarrollo de la vida cotidiana. La comunidad nacional siente una desprotección y una inseguridad que están generando más violencia de justicia por mano propia; y ha aumentado el éxodo hemorrágico de miles de colombianos a otras naciones".
Sin embargo, desde Iglesia hacen también un llamado para "seguir abogando por la paz y la concordia". "Lo más fácil es atizar la hoguera del odio y la violencia. Pero la ciudadanía tiene que movilizarse en este sentido, porque la poca que lo hace, está asalariada para sembrar miedo y terror", dicen.
"Los colombianos no pueden seguir en esa vieja inclinación de pedirle a los demás que hagan lo que entre todos tendrían que hacer, en este caso, luchar por una vida en paz, en libertad y en respeto incondicional de la dignidad de cada persona y de su vida", señalan en el editorial.
Además, plantean que hay una "escasez de buenos líderes que muevan a la ciudadanía". "Hay que buscarlas y apoyarlas. Y su misión y la de toda la ciudadanía, tiene que ser la de instaurar un nuevo discurso de unidad, de progreso, de justicia real, de trabajo disciplinado, de respeto por la vida, la honra y los bienes de los ciudadanos", afirman.
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