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Noticia
El síndrome de Kessler: ¿una amenaza espacial en marcha? Esto dicen los científicos
Los expertos alertan sobre la creciente congestión en la órbita terrestre y el riesgo de una reacción en cadena.
Estas situaciones reflejan una preocupación creciente entre científicos y expertos en tráfico espacial. Foto: iStock.
La Estación Espacial Internacional (EEI) tuvo que realizar una maniobra de evasión en noviembre de 2024 para evitar el impacto de un fragmento de basura espacial.
Según 'CNN'. aunque la trayectoria del objeto se desviaba por apenas 4 kilómetros, la Nasa consideró la amenaza suficientemente grave como para activar los motores de una nave rusa acoplada y modificar el curso del laboratorio orbital.
Estas situaciones reflejan una preocupación creciente entre científicos y expertos en tráfico espacial: el progresivo aumento de objetos en órbita podría estar acercando al planeta al temido "síndrome de Kessler".
El escenario hipotético describe una reacción en cadena en la que la colisión de objetos en órbita. Foto:iStock
¿Qué es el síndrome de Kessler?
Propuesto en 1978 por el astrofísico Donald Kessler, este escenario hipotético describe una reacción en cadena en la que la colisión de objetos en órbita genera nubes de fragmentos que, a su vez, impactan contra otros satélites, multiplicando exponencialmente los residuos espaciales.
El resultado: una saturación tal que impida el uso seguro del espacio cercano a la Tierra.
Aunque el término sigue siendo motivo de debate en cuanto a su aplicabilidad actual, muchos científicos consideran que los signos del fenómeno ya están presentes.
Congestión orbital: un panorama preocupante
Desde el inicio de la era espacial en 1957, se han registrado más de 650 eventos que causaron fragmentación, según datos de la Agencia Espacial Europea.
Estos incluyen explosiones accidentales, colisiones entre satélites e incluso pruebas militares, como la realizada por Rusia en 2021, que generó más de 1.500 fragmentos rastreables.
La situación es especialmente crítica en la órbita baja terrestre, donde operan estaciones espaciales, satélites meteorológicos y constelaciones de Internet, como Starlink.
Según cifras recientes, las Fuerzas Armadas de EE.UU. rastrean actualmente unos 47.000 objetos, el doble de los que monitoreaban en 2013.
Sin embargo, los sistemas de vigilancia no detectan objetos menores a 10 centímetros, que igualmente pueden causar daños graves. Un ejemplo histórico: una simple astilla de pintura generó un agujero en una ventana del transbordador Challenger en 1983.
Las consecuencias de una cascada de colisiones
La comunidad científica coincide en que una cadena de impactos en órbita baja tendría efectos devastadores: afectaría la vida de astronautas, bloquearía lanzamientos futuros y destruiría infraestructura satelital clave para servicios como el GPS, Internet y las telecomunicaciones.
La gravedad del problema se intensifica en órbitas más altas. A 800 kilómetros de altitud, los residuos pueden tardar más de un siglo en reingresar a la atmósfera.
En la órbita geoestacionaria, a más de 35.000 kilómetros, los desechos podrían permanecer durante miles de años.
Dos frentes principales enfrentan este desafío: la tecnología de limpieza y la regulación internacional.
En cuanto a la regulación, se han dado pasos iniciales. Foto:Thomas Pesquet / NASA / ESA
Entre las soluciones tecnológicas figura el desarrollo de velas de arrastre, como el dispositivo ADEO, que permite acelerar el reingreso de satélites inactivos a través del aumento de la resistencia atmosférica. Sin embargo, estas iniciativas aún están en fase experimental y su viabilidad económica es incierta.
En cuanto a la regulación, se han dado pasos iniciales. En septiembre de 2024, la ONU aprobó el “Pacto para el Futuro”, que incluye el compromiso de explorar nuevos marcos normativos para la gestión del tráfico y los desechos espaciales. No obstante, este acuerdo no es vinculante, de acuerdo con el medio citado.
Expertos como el Dr. Vishnu Reddy, de la Universidad de Arizona, y el Dr. Nilton Renno, de la Universidad de Michigan, coinciden en que se necesita una gobernanza clara y coordinada. La falta de normas obliga a actuar con urgencia para evitar daños económicos y operacionales irreversibles.
*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de conocimiento público divulgado a medios de comunicación. Además, contó con la revisión de la periodista y una editora.