Justicia, apiádate de nosotros

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Ahora que se habla de “meter la mano” a la justicia colombiana expreso mi parecer y el de muchos de mis amigos, aclarando que no somos expertos en asuntos de leyes y que simplemente decimos lo que honestamente nos parece. Para empezar, sería interesante que los “buenos” tuviéramos al menos los mismos derechos que los “malos”. La percepción general es que los ciudadanos de bien no cuentan con todas las garantías para defenderse. Que los nuevos alcaldes, tan interesados en acabar la inseguridad, sepan que no lo lograrán nunca mientras los jueces dejen libres a los infractores de delitos menores.

Vemos que un pícaro ha robado celulares 36 veces, otras tantas lo han cogido y las mismas 36 veces lo han dejado en libertad. Así nunca habrá seguridad en las ciudades porque no es posible poner un policía a cada ciudadano, y para los pícaros robar celulares es muy fácil. Queremos que los grandes ladrones de los dineros del Estado devuelvan lo robado y que no simplemente los metan a la cárcel.

Por lo demás, está comprobado que no somos iguales ante la ley, como reza muy cándidamente la Constitución, porque a unos les dan cárceles de lujo mientras que a otros los condenan a que se pudran en los atestados y sucios penales del Estado. He oído a ciudadanos de la calle decir que les gustaría tener a las altas entidades del Estado para robar a manos llenas, sabiendo que pagarán unos años de cárcel y luego saldrán a gozar de los millones mal habidos.

Que se acabe de una vez ese embeleco distractor del vencimiento de términos, con el cual hábiles abogados alargan los juicios hasta que prescriben, favoreciendo a los pícaros. No entendemos la letra menuda de la justicia cuando a temibles bandidos se los debe soltar porque hubo un pequeño error en la captura. ¿Estaría en sus cabales el juez que dictaminó casa por cárcel a un feminicida? Esto suena dolorosamente ridículo, y el juez pensaría que cumplió con el sagrado deber de ejercer justicia. A los feminicidas se los debe condenar con la máxima pena de cárcel.

Se habla mucho de ecología y de medio ambiente en las altas esferas del Estado y en foros internacionales. Hace unos años nos pusimos felices cuando declararon 15 años de cárcel (realmente deberían ser muchos más) para los deforestadores. Hasta ahora ninguno de ellos, entre los cuales hay poderosos ciudadanos, está en la cárcel y sí han puesto problemas a humildes colonos.

Dada la pereza de los colombianos para denunciar atracos y crímenes, porque en el inconsciente colectivo se cree que se pierde el tiempo con ello, a veces se acude a ejercer justicia por propia mano. Terrible situación a la que lleva la pésima istración de justicia.

En el interesante libro Delincuencia ecológica, de Alberto Gómez Mejía, publicado el año 2021, leemos: “Entre los años 2017 y 2019 la Fiscalía General de la Nación conoció 659 casos por delitos ecológicos, de los cuales 285 terminaron en sentencia condenatoria. De ellos, solo una sentencia condenatoria por caza ilegal”. Tanto hablar de biodiversidad en flora y fauna, y las penas por el tráfico de fauna y de caza son ridículas o inexistentes.

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Petro, todo es muy sencillo. Usted dice que es inocente. Entonces deje que hagan el ‘ridículo’ acusándolo de violar los topes en la campaña. El que nada debe nada teme. No hay golpe blando. No delire.