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‘A Petro le pasa lo de un técnico: mucho toque toque, pero de aquello... nada’
Carlos Enrique Cavelier habla sobre su empresa Alquería, de sus proyectos sociales y del Gobierno.
Carlos Enrique Cavelier, invitó a unirse a la comunidad que busca redefinir el éxito de los negocios. Foto: Cortesía Alquería
El empresario dueño de Alquería, Carlos Enrique Cavelier, es un ejemplo de emprendimiento social y dedicación por la educación de niños y jóvenes colombianos. De paso, hablamos de política: ‘El principal problema de Petro es que maneja demasiados proyectos al tiempo’, sostiene.
¿Nunca nunca? Pero hay muchos que dicen que lo apoyarían porque además lo haría bastante bien: tiene una tradición bonita y exitosa como empresario…
Es que primero uno tiene que ser amigo del Presidente para ser ministro. Yo no soy amigo de Petro, aunque lo conozco. Además, creo que la ministra actual lo está haciendo bien. Pero yo no encajo con el equipo que está allá. Si no lo hizo una persona de las calidades de Jorge Iván González, exjefe de Planeación… Yo hubiera podido trabajar con Santos, por ejemplo, porque era cercano a él y lo conocía bastante bien. No sé si hubiera podido trabajar con Duque, porque no lo conocía. Es un requisito importante: conocer bien al Presidente con el que uno va a trabajar. Así se puede saber cómo y cuándo decirle no.
¿En este gobierno no hay mucha gente capaz de decirle no a Petro, verdad?
Es un tema absolutamente crítico que un ministro sepa decir no.
Por ejemplo, ¿qué tal el silencio de gente de su gobierno, con muy pocas excepciones, ante el intento del Presidente de manejar las vigencias futuras, de las cuales depende la infraestructura del país; y, segundo, de manejar las tarifas de los servicios públicos con criterios políticos y no técnicos?
Pues yo creo que Colombia tiene una institucionalidad. Hay que andar con la Constitución debajo del brazo. Y aquellos que renegábamos del santanderismo, hoy entendemos que eso tiene una razón de ser muy profunda. Es el respeto por las reglas de juego. Y, sobre todo, Colombia tiene una institucionalidad económica absolutamente extraordinaria. Tiene un Ministerio de Hacienda muy vigoroso; un Departamento Nacional de Planeación muy respetado; una Superintendencia Financiera muy sólida; un Banco de la República, institución absolutamente sobresaliente, que vela por mantener a raya la inflación.
Cuando habla de Hacienda, ¿estamos incluyendo ahí al ministro actual?
El ministro siempre es temporal, el ministerio queda…
Roberto Steiner, excodirector del Banco de la República, me contó una vez que llegó al Banco Central de la nación argentina y había 160 cuadros de señores con bigote, y preguntó ¿quiénes son? Y le respondieron: son los presidentes del Banco Central. Ciento sesenta señores. Aquí sobran los dedos de las manos para contar a los presidentes del Banco de la República… Y eso da una fortaleza monstruosa; y además las calidades de las personas que han estado ahí. Colombia tiene una gran institucionalidad económica que yo creo que solamente Estados Unidos y Canadá la tienen en América; de pronto Chile tiene algo así.
Sí, ahora le están cayendo rayos y centellas al Banco porque mantuvo las tasas de interés altas por un período prolongado. ¿Usted cree que se le fue la mano?
Yo creo que se demoraron en arrancar a subirlas.
(ja, ja) ¿Pero no a bajarlas?
Pues usted no puede quitar el dolex hasta que baje la fiebre. Y una economía tiene que dar unos resultados que ya se están empezando a notar. En todo caso quedé asombrado de que en enero hubieran bajado 50 puntos básicos. Nunca lo pensé.
Pero qué tristeza los índices de crecimiento del PIB…
Pero es casi correlacional. Indudablemente nos falta inversión en infraestructura.
Pero si además el Presidente se reserva el derecho de renegociar las vigencias futuras, queda uno muy preocupado de qué va a pasar con la inversión privada en la infraestructura del país…
Sí. Porque digamos que, por ejemplo, la ANI está tratando de construir mucha infraestructura social, incluyendo centros de acopio de alimentos, importantísimos, porque esta pobre gente de la territorialidad colombiana no tiene nada que hacer, las carreteras son pésimas y debe enfocarse mucho más en eso. A mí lo que me pasa con este gobierno es que creo que tiene demasiados objetivos y cuando eso pasa ni siquiera se acuerda de cuáles son. Muy difícil hacerles el seguimiento a tantos; Uribe tuvo un objetivo. Santos el suyo. Duque el de él. A veces las circunstancias lo amarran a uno a tener un solo objetivo. Los muchos de este gobierno pueden ser loables, pero hay una diferencia entre las ideas y la ejecución. Además, la esencia de un marxista es el debate de las ideas. Cuando era sociólogo en la universidad, pues nos fascinaba debatir, no hacer. A este presidente le pasa lo mismo que le pasaba al técnico Reinaldo Rueda: mucho toque toque, y de aquello, nada…
La planta principal de Alquería se encuentra en Cajicá, Cundinamarca. Foto:César Melgarejo/El Tiempo
Bueno, pasemos a lo que nos convoca a esta entrevista. Alquería es una de las queridas marcas en Colombia. ¿Cuánto tiempo lleva funcionando?
Va a cumplir 64 años.
Pero, además, usted montó un modelo de manejo de la empresa que no es jerárquico, sino de acompañamiento. ¿Nos explica?
Consiste en darle espacio a la gente para que aporte. Que tome riesgos. Que colabore con ideas. Que haga cosas nuevas. No es trabajar en una empresa como empleado para que unos dueños saquen unas utilidades. Es colaborar en una misión, alimentar a Colombia, transformando sueños en realidades. Este es un país de gente muy empujadora y queremos ser parte de ese sueño. Que al tendero le vaya mejor. Y no se diga al colaborador que está en la planta, para que se eduque y que lo hagan sus hijos. Tuve una experiencia muy linda: el otro día, pues con las becas que damos, aparece una niña y me dice: “Soy Sara Molano, nieta de Nelson Molano”. ¡No lo podía creer! Nelson fue el calderista con quien mi abuelo inició la planta hace 64 años. Su hijo logró educarse de bachiller y esta niña, su nieta, es abogada del Rosario.
Cajicá está influido por la Alquería y toda su fuerza empresarial y dicen que es uno de los municipios mejor manejados de Colombia. Tiene altísimos índices de ejecución, de transparencia, de empleabilidad. ¿Eso es cierto?
Pues en Colombia la politización se ha ido tragando a los municipios y el volteo de tierras ha sido terrible. Alcalde que no llegue a voltear tierras es porque no entendió para qué iba. Cajicá es el noveno municipio de mayor crecimiento, sin ninguna planeación de vías, o de agua, o de alcantarillado. Ese crecimiento desbordado ha sido promovido por constructores, unos con mucha falta de ética, y por alcaldes que practican el ‘pecar por la paga y pagar por la peca’.
Otra cosa que se le reconoce es que en el proceso de paz de Santos con las Farc, usted fundó una cooperativa para comprarles leche a los reinsertados. ¿Cómo funcionó eso?
Sergio Jaramillo, alto comisionado de Paz, me invitó a apoyar a los campesinos de La Macarena. Empezamos recogiendo 1.000 litros, se volvió una cosa increíble y logramos llegar a 1.500 familias y recoger 60.000 litros y así evitar que mucha de esa gente se desplazara, sacándolos de la coca y metiéndolos en la leche.
Hablemos de su fundación para la educación. ¿Es cierto que abandona su cargo?
No me voy de la fundación, me voy de la presidencia de Empresarios por la Educación, que fundamos con Nicanor Restrepo. Me pareció extraordinario empezar esta misión de que los empresarios se ocuparan de la educación pública en Colombia. Hemos logrado hacer cosas muy interesantes. Por ejemplo, un programa que se llama Líderes Transformadores, al que se metieron como 1.400 rectores del país. Queríamos hacer una especie de Fedesarrollo de la educación, aunque curiosamente Fedesarrollo se llama Fundación para la Educación y el Desarrollo en Colombia. Buscámos construir un think tank de la educación en el país. Estamos montando un programa de sistemas que puede llegar eventualmente con una aplicación del iPad, del iPhone, a cada rector para ver cómo va su colegio. Por ahora estamos pudiendo medir cómo va el departamento, el municipio, los profesores…
¿Y cómo le parece que va el Ministerio de Educación?
El Ministerio de Educación es tan fácil de evaluar como la geología: pasan cosas cada 25 o 30 años. La ministra está haciendo un esfuerzo muy grande por invertir muchísimo en infraestructura educativa, que se necesita.
Sí, pero tiene muchos compromisos; y parte del riesgo de que Petro asuma el control de las vigencias futuras, y que pueda ordenar renegociarlas, es que de pronto el Ministerio de Educación no va a poder cumplir con ellos, porque pasarán a depender de la voluntad y simpatías políticas del Presidente…
Una de las cosas que decía Jorge Iván González es ¿para qué van a hacer la universidad en El Tarra? Allá nadie va a ir. Tal vez copiando lo que hicieron en EE. UU. con el Land-Grant Institution, una de las grandes cosas que hizo Lincoln en 1862 y que nadie recuerda. Grandes terrenos de Estados Unidos, unos 17 millones de acres, se entregaron a los estados con la condición de que reservaran parte de ellos para construir grandes universidades. De allí salieron las de Illinois, Cornell, Pensilvania… Al final de la Segunda Guerra Mundial, el 50 por ciento de los americanos estaban educados en universidad, mientras que en Europa solo el 8 por ciento de la población, la aristocracia europea. En treinta años cambiaron el tema. Hoy el número es parecido.
¿Y por qué se retira de la presidencia de la fundación?
Porque ya llevo seis años y me toca darle espacio a alguien más, gente nueva que tenga nuevas cosas para plantear. Pero allí se mantendrá el centro nervioso de información de la educación en Colombia.
Pues lo felicito porque es impresionante un empresario que tenga tanta responsabilidad social. Pero no descarto su interés en hacer política o de entrar al Estado, lo cual se podría concretar en otro gobierno...
Vuelvo a Roberto Steiner. Me dijo una vez: “Estudié economía, he sido secretario de la junta monetaria, decano de la Universidad de los Andes, he querido ser ministro de Hacienda, pero, de verdad, lo que quiero ser es presidente de Millonarios”… (risas).
¿Y usted?
Lo que sí querría ser es secretario de Educación de Cundinamarca, pero no me alcanzan las manos… Dejo la presidencia de Empresarios por la Educación, pero sigo de miembro y de presidente de la Fundación Alquería Cavelier.
De izquierda a derecha: Luis Fernando Correa, director del Programa de Alimentación Escolar, PAE; ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, Jhenifer Mojica, y Carlos Enrique Cavelier, presidente de la Fundación Alquería. Foto:Ministerio de Agricultura
¿Qué hace la Fundación Alquería Cavelier?
Arrancó con un programa de becas, sobre todo en la Universidad de los Andes; ya tenemos 460 niños en ocho universidades y se han graduado 150, o sea que vienen como 300 andando. Y tenemos un programa de educación escolar que no quisimos que se quedara solo en Cajicá. Hoy trabajamos en colegios de Chía, Zipaquirá, Tabio, Tenjo. Y el gobernador anterior nos dio los recursos para estar ya en 100 colegios y en 30 municipios. Con ayuda del actual gobernador y de la ministra de Educación aspiramos a llegar a la totalidad de los colegios de Cundinamarca. Y subir el puntaje y calidad de uno por uno, los 367 colegios en los 116 municipios. A eso le dedico la mayor cantidad de mi tiempo, superentusiasmado, para que no nos pase lo de siempre: que llegan las pruebas Pisa y nos rajamos.
Cerramos con la Alquería. ¿Qué producto nuevo tiene esta gran empresa que nos pueda sorprender a los colombianos?
Acabamos de hacer una alianza con unos pequeños emprendedores que se llama Vitad, para producir productos que no tienen sellos de esos negros de advertencias contra la salud. Son productos de hornear, con bajas calorías, sin todos esos aminoácidos y ese gluten que la gente no resiste ya. Pero más importante es lo que queremos hacer con los pequeños campesinos de Colombia. Se lo propuse yo a todos los presidenciables, a Fajardo, a Peñalosa, a Germán Vargas, a Petro. Tienen la más baja productividad de Suramérica y con tres pesos usted les ayuda para que pongan un potrero con agua y buenos pastos, y se les multiplique su producción. Es un programa que se llama Vaca Madrina, y estamos luchándolo para que haya decenas de miles de campesinos que salgan de la pobreza a punta de vender leche. Es básicamente una extensión de lo que aprendimos en La Macarena.
Y en torno a esa tesis de la ecología moderna de que el ganado es uno de los mayores polucionadores del ambiente, ¿qué hacer ante tantos planes lecheros?
La deforestación sí es terrible, hay que evitarla a toda costa, hay que resembrar, resembrar y resembrar. Colombia tiene espacio para sembrar miles de miles de árboles, aspiramos a 20.000 millones en 20 años, con tecnologías satelitales, bosques nativos, en buena parte en las fincas donde está el ganado. Pero, segundo, una vaca genera 130 gramos de metano al día y 50 universidades y 100 empresas del mundo trabajan para darles compuestos de alimentación a las vacas para que se deshaga el metano en la barriga de esos animales. Eso va a estar completamente resuelto en el 2030.