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Explicativo
Juan Daniel Roa, el drama de jugar al fútbol con dolor y que el dolor te retire: 'de 1 a 10, mi dolor era 10'
El exfutbolista de Santa Fe, Cali y Alianza Petrolera, acaba de someterse a su tercera cirugía de cadera.
Padeció un terrible dolor durante 8 años, un dolor que lo sacó del fútbol.
Juan Daniel Roa, exfutbolista colombiano. Foto: Juan Daniel Roa y EL TIEMPO
¿Cómo se juega fútbol con dolor? ¿Cómo se juega fútbol profesional con un dolor insoportable? No con un dolor común, sino con un dolor de verdad, de esos que te hacen llorar y te hacen revolcar y gritar. Un dolor que no te deja dormir ni caminar y que no te deja ni siquiera estar de pie, y que mucho menos te permite jugar a la pelota. Juan Daniel Roa tiene las respuestas. Durante ocho años padeció un infierno, un dolor de cadera que lo arrastró a sus límites de resistencia y que lo llevó a tomar la peor decisión para un futbolista: asumir el retiro cuando se cree que todavía hay mucha carrera por delante.
Roa tiene 33 años. Es joven. Aún joven para el fútbol. Pero el fútbol ya no es para él. Ya no le pertenece. Al menos no como futbolista. Hace dos años, justo en abril, Roa jugó su último partido profesional, lo hizo con Santa Fe en la Copa Libertadores. Se fue del fútbol en silencio, con su dolor guardado, un dolor que solo él y su círculo cercano conocían. Hoy recuerda todo lo que vivió y no tiene miedo de rememorar sus padecimientos, porque acaba de someterse a una tercera operación de cadera y esta vez está seguro de que el terrible dolor ha cesado.
¡Basta de dolor!
Juan Daniel Roa, en un clásico contra Millonarios. Foto:EL TIEMPO
Roa comenzó a sufrir con su problema de cadera desde mucho antes de llegar al fútbol. Cuando ni siquiera pensaba que iba a cumplir su sueño de ser un profesional de la pelota, de jugar en estadios repletos y ser campeón. Es más, cuando su problema apareció, Roa era un niño. Displasia de cadera, dijeron los médicos. Y dijeron, además, que esto lo iba a afectar muy seguramente en su vejez. Quedaba mucho tiempo para eso. Pero a Roa la vejez le llegó muy rápido. Su sueño se cumplió, se hizo futbolista profesional y esa exigencia física despertó su dolor dormido, un terrible dolor.
La vejez de Roa fue prematura. Él, que era tan activo que se entrenaba a tope y en la cancha rugía como un león en cada pelota, notó un día que un dolor aparecía en su cuerpo y no lo podía evitar ni soportar, un dolor que lo llevaba a sus límites y a la desesperación. Corría el año 2018. Primero fue un dolor disfrazado de molestia, ¿qué te pasa, Roa?, le dijeron en un entrenamiento, y Roa no pudo esconder sus síntomas: me duele, me duele mucho la cadera derecha. Ese primer síntoma fue una alerta. Roa no podía ni alzar la pierna. ¿Cómo iba a patear el balón, a correr, a ir al choque? Roa empezó a batallar en silencio, a fortalecer su cuerpo alrededor de su cadera. Por un tiempo el dolor volvió a dormir. Parecía que la amenaza se arrepentía o se retrasaba. Pero regresó y con más intensidad.
Juan Daniel Roa, exjugador de Santa Fe. Foto:EL TIEMPO
Ya para 2019 su situación se agravó. Roa cayó en el infierno de los dolores y no sabía como salir de ahí. “El dolor era más fuerte, perdía movilidad en la cadera derecha. Al ser futbolista profesional, eso es frustrante. Comencé a probar de todo: colágeno, glucosamina, remedios, menjurjes para los cartílagos, me hacía procedimientos de ácido hialurónico con plasma cada 6 meses, pero ya no me hacía lo mismo”, relata.
Comencé a probar de todo: colágeno, glucosamina, remedios, menjurjes para los cartílagos, me hacía procedimientos de ácido hialurónico con plasma cada 6 meses, pero ya no me hacía lo mismo
Roa, que llegó a estar en la Selección Colombia, que soñaba con jugar en el exterior, que fue buscado por equipos como Boca Juniors, Newell’s y hasta el Herta Berlín, empezó a darse cuenta de que esos anhelos se diluían por culpa de su dolor de cadera. Tras su paso por el Cali, terminó en Alianza Petrolera, esperanzado en poder ser un futbolista funcional. Apenas jugó seis partidos. El dolor por esa época era agobiante. Sus entrenamientos se volvieron una pesadilla, y un mes después ya no podía más, pero se negaba a abandonar el fútbol.
Un día, al no poder cumplir con una práctica, decidió que no podía seguir. Volvió a Bogotá, se hizo varios tratamientos, pero nada le quitaba el ciento por ciento del dolor. Cuenta que optó por ponerse corticoides –ayudan a aliviar el dolor–, pero su proceso se aceleraba. Ya no podía ni correr. Entonces Roa decidió operarse.
Radiografía de Juan Daniel Roa tras cirugía de cadera. Foto:Juan Daniel Roa
¿No voy a poder jugar más?, fue lo primero que les preguntó a seis especialistas que estudiaron su caso. Cinco le dijeron que ni de riesgos. Uno solo, un especialista de Tigres de México, le dijo que sí, que había una mínima posibilidad con una buena recuperación. Y Roa se aferró a ella. Se sometió a la cirugía, la primera: reemplazo total de la cadera derecha con una prótesis que normalmente duraría para unos 30 años, pero no para un futbolista profesional. Con suerte aguantaría 10, le dijeron.
Roa asumió los riesgos. Volvió a Santa Fe, que era como su hogar. Firmó un contrato repleto de cláusulas, porque ambas partes sabían de la situación. “Quedé con una cruz, uno se vuelve una carga para el equipo”, se lamenta. En Santa Fe ya no duró mucho, en 2023 no pudo seguir. Intentó mantenerse en el fútbol aficionado, eso tampoco era opción. Por seguir jugando, un día la prótesis se le salió: sufrió una luxación parcial y, otra vez, al quirófano, le acomodaron la prótesis, le pusieron tornillos para asegurarla. Parecía que Roa renacía. Entonces el drama se extendió a la cadera izquierda...
—¿De 1 a 10, de cuánto era su dolor?
—¡Diez. Era brutal!
Un ‘Robocob’ con dolor
Juan Daniel Roa, tras su última cirugía. Foto:Instagram Juan Daniel Roa
Con el físico de futbolista disciplinado y atlético de Juan Daniel Roa, y con la alegría que irradiaba al jugar, el dolor no se le veía. Pero ahí estaba. Y cuando llega a ser tan fuerte, el sufrimiento es silencioso, porque, ¿cómo dice un futbolista: ‘me duele la cadera y no me aguanto’, cuando sabe que su cadera es parte vital de su profesión, cuando sabe que revelar ese padecimiento sería arriesgarse a no ser contratado? Roa se queda sin muchas palabras para describir cómo era su dolor, el que avanzó progresivamente.
Cuenta que no podía dormir más de tres horas, el dolor lo despertaba, se tiraba al piso, gritaba, sentado debía tener una pierna estirada, le tocaba pararse y esa era otro problema. Roa llegó a perder movilidad. “Llego el punto en el que no podía ni amarrarme los guayos, yo que era futbolista, ahí decidí mi primera operación”, dice Roa, y se nota que no le gusta recordar eso.
Llego el punto en el que no podía ni amarrarme los guayos, yo que era futbolista, ahí decidí mi primera operación”
Recuerda que cuando estuvo en el Cali controló el dolor con el ácido hialurónico, “eso era como aceitarme la articulación”.
Pero cuando llegó a Alianza todo empeoró: se tomaba cuatro pastillas antes de entrenar, cuatro después, otras cuatro para poder dormir, se convirtió en una droguería ambulante. “Si tuviera una farmacia, la quiebro je je”, bromea. “Probé de todo, cannabis, analgésicos, me tomaba más de 20 pastillas diarias, y nada. Ponía mi salud en riesgo con tantas pastillas, pero por el deseo de jugar decía: ‘yo puedo, yo puedo’ ”.
Juan Daniel Roa, campeón de la Superliga 2017 con Santa Fe. Foto:EL TIEMPO
Roa paso del drama de la cadera derecha al de la izquierda. Cuenta que en menos de seis meses esta se deterioró de una manera “agresiva”. Con problema en ambas caderas, Roa no tenía mucho más que ofrecerle al fútbol. Si con la derecha era un lío, ahora sabía que ya nadie lo iba a contratar. Y eso lo empujó a su retiro y a revelar que fue un futbolista con dolor. “El fútbol me sacó, fue un retiro obligado”, dice. No tuvo más remedio que volver al quirófano, por tercera vez: otro reemplazo de cadera, ahora la izquierda. Hoy, luego de tres cirugías, Roa dice, como en broma y como en serio: “Ya parezco un Robocob”.
Vivir después del fútbol
Juan Daniel Roa y su familia. Foto:Instagram Juan Daniel Roa
La tercera cirugía de cadera de Roa fue hace cuatro semanas. Dice que todo salió bien. Relata que el proceso va rápido, mucho más rápido que cuando tuvo la primera cirugía. En una semana dejó las muletas y pasó a la etapa de las terapias. “Gracias a Dios estoy superrecuperado, llevando una vida sin dolor después de prácticamente ocho años... Puedo hacer cosas como estar sentado, estar parado, todo de a poco, se necesita que la prótesis se adapte bien y pegue bien en el hueso, se necesita buena recuperación, no acelerar porque no quedaría bien”, dice.
Gracias a Dios estoy superrecuperado, llevando una vida sin dolor después de prácticamente ocho años... Puedo hacer cosas como estar sentado, estar parado, todo de a poco
Su vida de futbolista se acabó y ya le hace el duelo. Se queda con los recuerdos, como su paso por Santa Fe, donde está seguro que dejó un “legado” –jugó 9 años seguidos allí y ganó 8 títulos–. Dice que le faltó jugar más en la Selección, ganarse una Copa Libertadores y jugar en el exterior. Pero su frustración con el fútbol la compensa con su nueva vida de papá y esposo: ahora alista a sus hijas, las lleva al colegio, está mucho tiempo en casa y así recupera los momentos que su actividad no le dejaba por estar en canchas, vuelos y hoteles. “Mi esposa y mis hijas son mi apoyo, son mis psicólogas, mi refugio”. Con ellas, Roa se hace más fuerte.
—¿Y a qué se va a dedicar?
—Quiero seguir en el fútbol, estoy estudiando para ser técnico, para el próximo año empezar a dirigir... El fútbol va a ser mi pasión, es lo que amo —dice Roa, y su voz suena alegre y tranquila: es la voz de un Roa que ya no siente dolor.