Suspenden curtiembre en Chocontá por verter aguas contaminadas al río Bogotá sin permiso ambiental

Una curtiembre ubicada en la vereda Chingacío, en el municipio de Chocontá, estaba vertiendo aguas residuales contaminadas directamente al río Bogotá sin ningún tipo de tratamiento previo ni permiso ambiental. La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) sorprendió a los infractores en flagrancia durante un operativo acompañado por la Policía Nacional.

La Unidad Integrada de Gobernabilidad Ambiental (Uiga) de la CAR encontró un bombo con 18 pieles en proceso de curtido, desde el cual se descargaban aguas residuales cargadas de químicos directamente al río. Las muestras tomadas por el laboratorio ambiental confirmaron que los vertimientos superaban ampliamente los límites permisibles establecidos por las normas vigentes. 

En el lugar se hallaron 75 pieles en diferentes fases de procesamiento, 13 lonas con viruta y aserrín, maquinaria y residuos peligrosos como ácidos, envases químicos y lodos activados mal dispuestos en el suelo.

El impacto ambiental no se limitó al agua. Según el informe técnico de la Uiga, se identificaron efectos nocivos en la biodiversidad acuática, incluyendo la muerte de organismos y alteraciones en la cadena alimentaria. 

Esta contaminación también repercute en actividades económicas locales, como la pesca y el uso recreativo del agua, al tiempo que representa riesgos para la salud humana por la presencia de metales pesados y sustancias tóxicas en el suelo, susceptibles de ser absorbidas por cultivos.

Alfred Ignacio Ballesteros, director general de la CAR, fue enfático en su declaración: “No cederemos en la aplicación de las sanciones, multas y medidas que sean necesarias para evitar que después de tantos esfuerzos por la recuperación del río Bogotá, algunos curtidores incumplan la normatividad ambiental”. 

La entidad advirtió que, además de la suspensión inmediata de la actividad, se iniciará un proceso sancionatorio con base en la normatividad ambiental vigente.

El caso vuelve a poner sobre la mesa la problemática de las curtiembres que, a pesar de las regulaciones, continúan afectando cuerpos hídricos críticos. El río Bogotá, que ha sido objeto de múltiples planes de descontaminación durante la última década, enfrenta constantes amenazas por prácticas industriales irregulares, especialmente en su cuenca alta, donde nacen importantes afluentes.

La CAR ha intensificado sus operativos de vigilancia y articulación con otras entidades para frenar estos delitos ambientales. En el caso de Chocontá, se espera que las medidas adoptadas sirvan como precedente para otros actores del sector que aún operan al margen de la ley.

Mientras las autoridades avanzan en los procesos sancionatorios y de seguimiento, queda en evidencia la necesidad urgente de reforzar el control ambiental, exigir cumplimiento estricto de las normativas y fomentar prácticas sostenibles en la industria del curtido de pieles. La protección del río Bogotá, uno de los principales afluentes del centro del país, depende de una vigilancia constante y de la voluntad institucional de frenar los daños antes de que sean irreversibles.

MARÍA PAULA RODRÍGUEZ ROZO

Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO