Colombia iba desahuciada a Argentina, como para ser enterrada en el Monumental de Núñez, pero allí volvió a la vida. Como Lázaro, se levantó de la fosa futbolística en la que se enterró con el 0-0 contra Perú, y empató 1-1 contra la temible y superpoderosa Argentina, campeona del mundo y líder de la eliminatoria.
Leandro Paredes (d) de Argentina disputa un balón con Kevin Castaño. Foto:EFE
Estuvo cerca de traerse el triunfo impensado, pero ahora tiene el alma inflada, el juego resucitado, con el carácter entero y con un gol que ya es leyenda: Luis Díaz, que empezó con la ropa del centrodelantero en un dibujo táctico sin Arias (a eso le dicen ahora estructura), a los 24 minutos, fue malabarista y luego un Usain Bolt en guayos. Primero burló a De Paul con un taconazo más monumental que el estadio, luego prendió fuego a toda velocidad en la banda como el puntero izquierdo que es, y recortando al centro, eludió a los tres perros más bravos de la defensa rival, para definir con suavidad. ¡Golazo!
Rodrigo De Paul (d) de Argentina disputa un balón con Richard Ríos. Foto:EFE
El plan de Néstor Lorenzo
Néstor Lorenzo, el entrenador, tejió su red de cinco volantes, y con tres de marca apretó el cinturón de seguridad táctico. El equipo tomó aire, tomó forma, tomó otra vez su personalidad. Se sacó la espina, le tapó la boca a los críticos que ahora le chupan la sangre al empate 1-1 de Thiago Almada, a los 80 minutos, con un hombre de más, en un saque de banda y por una duda fatal de Lucumí que intentó quedarse acostado por una supuesta lesión o golpe, pero se levantó desubicado y...
Thiago Almada (i) de Argentina disputa un balón con Daniel Muñoz. Foto:EFE
Colombia resucita en la eliminatoria
El fútbol es este juego extraño en el que la lógica no siempre es lógica y tropieza, como Argentina que antes del partido era el tigre que se iba a devorar a Colombia, que llegaba como un burro amarrado.
Argentina vs. Colombia Foto:AFP
Colombia se bebió una cerveza bien fría para acabar su tremenda sed futbolística y de resultados. En medio del desierto que atravesaba, quedarse con el amargo del empate porque se iba ganando es tomar vinagre. La Selección llegó muerta a Buenos Aires: regresa resucitada, ¡viva!, para liquidar la clasificación contra Bolivia y Venezuela. Eso, claro, también toca hacerlo...
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